jueves, 18 de agosto de 2011

EL BURGUES GENTIHOMBRE


Cuando me dijeron: ¿querés ir a ver una de Molière al teatro?, seguido inmediatamente de la aclaración: mirá que actúa Pinti, hice de tripas corazón, dejé de lado mis prejuicios y dije SI.

Claro que a veces los prejuicios no la pifian, al menos en ciertos aspectos: la puesta está bien -pero descubrimos más tarde que su principal apuesta, un ingenio de camaritas y decorados en maquetas, lo había inventado previamente Pierrick Sorín... ¿plagio? ¿contagio? mmmm; el texto, aunque se aparta un poco del original, sigue resultando entretenido y ágil; hay un par de actores que están muy bien, en especial Mariano Mazzei, no lo conocía, lo aplaudo.

Todo muy rico, pero Pinti hace de si mismo, farfulla, no se le entiende una goma, no tiene volumen de voz (fila 18 de la platea, no se escuchaba un carajo, casi reto a los que estaban sentados atrás mío por hablar demasiado hasta que caí que lo que hacían era preguntarse: ¿qué dijo? ¿qué dijo?) y sigue sin despertarme ninguna simpatía, como antes de entrar a la sala.

Igual fue un lindo momento, que no pienso repetir porque con la panza de los 6 meses sentarse en una butaca de teatro es una tortura para el huesito dulce.

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