lunes, 16 de abril de 2012

THE LONG GOODBYE



No entiendo a Robert Altmann, no entiendo a qué apunta, de qué habla, qué son esos diálogos, esas minas en tetas que no tienen nada que ver con la trama (el protagonista tiene unas vecinas yoguis que se la pasan en bolas, eso es todo, no tienen intervención dramática, ni nada) y toda la película es, en general, tremendo bodrio. Pese al esfuerzo de Elliott Gould por componer su personaje, pese a la música de John Williams, nada la rescata.
Pero, pero, si aguantás casi hasta el final, te encontrás con esto:





(sí, Arnold Schwarzenegger de bigotito y slip amarillo)

y todo valió la pena.

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